La producción de HBO protagonizada por Nicole Kidman, Reese
Witherspoon y Shailene Woodley es una serie de féminas que refleja la
violencia de género y la maternidad con sagacidad y debería ser de
visión obligada para ambos sexos
La versión de la canción de Michael Kiwanuka ‘Cold Little Heart’, que
suena en los títulos de crédito de ‘Big Little Lies’, predispone el
ánimo de esta miniserie creada por David E. Kelley (creador entre otras
de ‘Ally McBeal’) a partir del libro homónimo de Liane Moriarty. Un
ánimo que el director de ‘Big Little Lies’, Jean-Marc Vallée (‘Dallas
Buyers Club’) absorbe para desplegar un tono y ritmo preciso, musical,
lleno de reflejos y contrastes entre fondo y forma, lo que hace que esta
historia crezca y se bifurque a pesar de determinadas flaquezas. Porque
si el sol de Monterrey –ese aparentemente idílico y perfecto pueblo de
Los Ángeles donde trascurre la acción–con sus casas que miran al océano
azul turquesa y sus impecables jardines y estupenda escuela son
retratados con luminosidad, lo que esconde –como en la teoría del
iceberg de Ernest Hemingway– es frío, sórdido, cruel, inadmisible.
Si el canon televisivo –‘Mad Men’, ‘The Sopranos’, ‘The Wire, por
citar tres consensuadas– suele estar protagonizado por hombres
cuarentones en crisis y en general suelen predominar los protagonistas
masculinos fuertes, amorales, pero empáticos, la tendencia parece
revertir poco a poco y, cada vez, hay más series protagonizadas por
mujeres. Mujeres que toman las riendas de sus vidas y se enfrentan a una
sociedad machista que abusa de ellas. Y menos mal que esto está
sucediendo.
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